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Bernardo Díaz - Madrid - 17/02/2012 - 07:00
Si algo hay claro en la historia económica, tanto de países desarrollados como del tercer mundo, es que toda crisis se ceba siempre con los más débiles. Y es, precisamente lo que está pasando también en España. Los últimos datos que hizo públicos ayer el Instituto Nacional de Estadística, referidos a la Contabilidad Nacional del cuarto trimestre de 2011, reflejan un esquema en el que aumentan las desigualdades en el reparto de las rentas agregadas que componen la economía.
En este esquema se puede comprobar cómo las rentas del trabajo y empresariales mantienen comportamientos muy diferentes, incluso contrarios. Durante todo 2011, la remuneración global del conjunto de los asalariados ha ido agravando su caída hasta alcanzar un descenso del 2,1% a finales de diciembre. El indicador está muy influido por la fuerte destrucción de empleo en el año (570.000) y en el recorte y congelación de salarios de una buena parte de los trabajadores. El coste laborar unitario ha caído también, situándose en el 2,5% en el cuarto trimestre.
En cambio, el excedente bruto de explotación (rentas empresariales) ha mantenido tasas de crecimiento positivas, acabando el cuarto trimestre con un alza del 6,6%. En términos absolutos, de los 1,073 billones que alcanzó el PIB español el pasado año, 501.573 millones correspondieron a la remuneración de los asalariados y otros 480.540 millones, a las rentas empresariales. Queda un resto de 91.270 millones, correspondiente a impuestos sobre la producción y la importación, que afectan tanto a la parte empresarial como a la de los trabajadores.
Si el análisis se realiza con una cierta perspectiva, desde el inicio de la crisis a mediados de 2008, las conclusiones son similares. El reparto del ajuste se centra en el empleo, con caídas permanentes que oscilan entre el 0,5% y el 3,5%. Los asalariados han perdido 12,7 puntos de renta real durante los cinco años transcurridos de crisis, afectados también por la inflación. En el caso de los beneficios empresariales, se produce una cierta oscilación con recortes y subidas. El peor año, sin duda fue 2009. El mejor comportamiento de los excedentes empresariales frente a los salarios no quiere decir que la parte empresarial no esté sufriendo la crisis. De hecho, desde hace cuatro años se han destruido más de 200.000 pymes, según las patronales de autónomos. La recesión de 2008 y parte de 2009, fue soportada mucho mejor por las empresas de mediano y gran tamaño.
Ahora, los indicadores marcan cómo la restricción del crédito generalizada está comenzando a afectar a todo tipo de empresas. En un escenario como el actual de nuevos ajustes vía recortes de empleo, destaca irónicamente cómo se está elevando la productividad por trabajador. Este indicador ha crecido el 3,7% en el cuarto trimestre, máximo de dos años. El problema es que la productividad no aumenta porque se eleve la calidad y eficiencia del trabajo sino porque la destrucción masiva de empleo (hay ya 5,3 millones de desempleados) induce a que los trabajadores que aún conservan su puesto de trabajo tengan que asumir parte de la carga de los que lo han perdido.
Menos jornada
La reforma laboral, en ciernes, que ahora ha pasado al Congreso, busca, precisamente una flexibilización del mercado laboral de forma que los ajustes no se produzcan vía destrucción de puestos de trabajo sino aprovechando otras vías como la reducción de salario y de jornada efectiva, en función de las condiciones particulares de cada empresa. De esta forma se evitarían desajustes como los producidos en la construcción en donde los salarios aún crecían en 2008 a tasas superiores al 4% mientras ya se estaba produciendo un ajuste brutal en la actividad. De cara a los próximos trimestres, los expertos apuntan a que se mantendrá este esquema de aumento de la productividad del trabajo vía ajustes en el empleo, pudiendo llegar incluso a los seis millones de parados antes de que acabe el año.
Economía espera un primer trimestre todavía "peor"
La evolución del PIB puede ir a peor, según el secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Fernando Jiménez Latorre. Sus pronósticos apuntan a que la economía podría caer entre enero y marzo de este año más del 0,3% en que lo hizo el último trimestre de 2011. El dato del PIB será igual "o un poco peor". España entraría técnicamente en recesión sea cual sea la caída. "Es una mala noticia", resumió ayer Jiménez Latorre. El ministro de Economía, Luis de Guindos, dijo en el Congreso que desde el inicio de la crisis en 2008 la economía española no ha experimentado ninguna mejoría.
Sobre cuándo podría llegar este momento, Jiménez Latorre cree que "es pronto para identificar una fecha". A pesar de ello, se apoya en los indicadores de la OCDE, que prevén que la economía europea invierta la tendencia negativa hacia la mitad del año. Según el secretario de Estado, es "imprescindible" aplicar el rigor presupuestario y las reformas estructurales orientadas a recuperar el crecimiento y la creación de empleo. La destrucción de puestos de trabajo se ha acelerado en el último trimestre de año pasado frente a los tres meses anteriores. La mayor aportación neta al crecimiento fue la del sector externo. Las exportaciones dependen de los socios europeos y en términos relativos "no se han comportado mal", por lo que añadió que "en este aspecto no debería haber motivo de preocupación", informa Efe. Sobre la previsión de PIB para el año, reiteró que el Gobierno se basará en las predicciones de la Comisión Europea del 23 de febrero. Sobre esta base, se elaborará el cuadro macroeconómico, el techo de gasto y, en marzo, los Presupuestos.
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Las rentas empresariales superan por primera vez a las salariales en España
La globalización, que presiona a la baja sobre los salarios, el creciente número de trabajadores que pasan a ser autónomos, el declive de la industria en favor de los servicios, y un sistema que privilegia el beneficio a corto plazo confluyen en la misma corriente de fondo: las rentas de los asalariados pierden peso en el reparto de la riqueza, al tiempo que los excedentes empresariales ganan protagonismo. El empujón final lo ha dado la enorme destrucción de empleo acumulada en los últimos tres años. Por primera vez, las rentas empresariales superan a las salariales en el reparto del valor añadido que genera la economía española.
El detalle contable del PIB del cuarto trimestre, publicado ayer, da fe de la culminación de una trayectoria de más de treinta años, en España y en el resto de Europa. En el arranque de los ochenta, la remuneración conjunta de todos los asalariados equivalía al 53% del PIB español, mientras que el excedente bruto de explotación (que incluye rentas empresariales y de profesionales autónomos) se quedaba en el 41%. Los impuestos a la producción eran el destino del 6% restante.
Las necesidades de un Estado del bienestar en construcción llevaron a elevar el peso de los impuestos hasta superar el 10% del valor añadido a mediados de la década pasada. En paralelo, se aceleró el declive de las rentas salariales, que desemboca en un mínimo histórico en el tramo final del año pasado: la renta de los asalariados solo se llevó el 46% de la tarta del valor añadido en el cuarto trimestre de 2011. Y en un cambio también histórico: la porción de las rentas empresariales en el PIB fue por primera vez mayor, un 46,2%.
La remuneración de los asalariados (1,1% en el último año) crece mucho menos que las rentas empresariales (6,6%)
Para retener un 53% del valor añadido que generaba la economía española en los años ochenta bastaba con nueve millones de asalariados. Para mantener el 48% en 2007, se sumaba la renta de 18 millones de asalariados.
Cuando irrumpió la Gran Recesión, y la mayor destrucción de empleo en décadas, se dio un efecto paradójico: en 2008 y 2009, las rentas salariales ganaron peso frente a las rentas empresariales. Por un lado, los asalariados aguantaron mejor el primer embate que el resto de ocupados (autónomos incluidos). Por otro, los salarios, pactados en convenios anteriores, siguieron creciendo mientras los beneficios bajaban.
Nada de eso ocurre ahora, con la economía inmersa en otra recesión. La remuneración de los asalariados (1,1% en el último año) crece mucho menos que las rentas empresariales (6,6%). Y la pérdida de empleo golpea con fuerza a los asalariados, que apenas suman ya 15,7 millones de personas.
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