Crece el número de chicos atendidos en hogares. También hay más casos de desnutrición infantil
ATENAS. LA VANGUARDIA - 11/01/12
“En el último año cientos de padres han acudido a nosotros para darnos a sus hijos”, cuenta el padre Antonio, un joven sacerdote griego que dirige un centro juvenil para los pobres en Atenas.
¿Qué puede ser más desgarrador para unos padres tener que abandonar a sus hijos? Este tipo de casos, cada vez más frecuentes, sacuden a un país como Grecia, cuyos lazos familiares son muy estrechos. La crisis financiera ha provocado que algunas familias, en el límite de la desesperación deban renunciar a su bien más preciado: sus hijos .
El padre Antonios, entrevistado por la cadena pública británica BBC , explica que en los últimos meses ya se ha encontrado a cuatro niños en la puerta, uno de ellos un bebé de pocos meses.
Uno de los niños atendidos por el padre Antonios es Natsha, de dos años de edad, a quien su madre dejó a su cuidado porque estaba desempleada y no podía hacerse cargo de ella. No es que no existieran casos como estos previos a la crisis, pero en palabras del sacerdote “nunca antes había encontrado niños abandonados a su suerte en la puerta”.
También hay casos de desnutrición de bebés en los hospitales atenienses, como el de una madre cuyos gemelos tuvieron que ser atendidos porque ella no podía alimentarse debidamente para amamantarlos.
Situaciones como éstas están conmoviendo a un país sumergido en una profunda crisis económica y cuyas relaciones familiares son tradicionalmente muy cercanas.
Una mañana, pocas semanas antes de Navidad, un profesor de un jardín de infantes en Atenas, encontró una nota sobre una de sus alumnas de 4 años. “No voy a volver a buscar a Anna hoy porque no puedo darme el lujo de seguir cuidándola”, decía, “Por favor cuide bien de ella. Perdón. Su madre”.
Otra mujer castigada por la pobreza que debió renunciar a una hija, es María. Es una madre soltera que perdió su trabajo y no consigue otro desde hace más de un año. “Todas las noches lloro sola en casa, pero ¿qué puedo hacer? Me duele en el corazón, pero no tenía otra opción”, confiesa.
Dedicó sus días a buscar trabajo, a veces entrada la noche, lo cual requería dejar a su hija Anastasia, de ocho años, sola durante horas en un momento dado. Las dos vivían del reparto de alimentos que hacía la Iglesia. María adelgazó 25 kilos.
Al final decidió dejar a Anastasia bajo el cuidado de un hogar de caridad. “Yo puedo sufrir en el intento pero ¿por qué debería hacerlo ella?”, se pregunta.
María ahora tiene un trabajo en un café, pero solo gana 20 euros por día. Visita a Anastasia una vez al mes y espera recuperarla cuando su situación económica mejore.
En el pasado, los hogares recibían niños por problemas de adicciones o maltrato. Ahora la razón principal es la pobreza.
Fuente: Clarín, el blog de Nesi
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