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Entrevista a Carlos Martínez en El Faro de Vigo
Carlos Martínez habla de asuntos económicos con claridad y contundencia, algo de agradecer en estos tiempos de confusión. Martínez atribuye sin paliativos la responsabilidad de la crisis a los bancos, a sus inventos financieros al amparo de la desregulación, y advierte de que la salida va para largo. Preside ATTAC España, integrada un movimiento ciudadano internacional que comenzó a gestarse en 1998 en torno a una idea del periodista español asentado en París Ignacio Ramonet. ATTAC lleva casi una década anticipando lo que ahora ha estallado, resultado, a su juicio, de la victoria de los mercados sobre la política. Esta semana participó en Gijón en la escuela de verano de UGT.
¿Dejamos atrás a la crisis, nos quedamos en ella, el fin de esto está cerca?
Nosotros advertimos desde hace más de diez años de que si se mantenían las políticas neoliberales, la desregulación de los mercados financieros, podría ocurrir lo que está pasando ahora. Desde esa misma perspectiva, y a la vista de las medidas que se están tomando, hay que decir que la crisis va para largo. No lo decimos solo nosotros, también es la opinión de Krugman, Stiglitz y otros prestigiosos economistas, como Juan Torres o Vicenç Navarro. No es un cuestión de que nos guste ser catastrofistas. Lo peor de la crisis es que produce sufrimiento a mucha gente y, sobre todo, a quienes tienen una posición económica más débil; pero la política de seguir favoreciendo a las oligarquías financieras, a la banca, para entendernos, va a propiciar que la crisis persista más tiempo. No hay medidas de apoyo a la economía productiva, a la economía real.
Sin embargo, no parece que desde la política haya un remedio fiable. Aquí se restringe la inversión en infraestructuras, mientras que Obama lanza un plan de carreteras de una dimensión inusitada.
Europa y Obama llevan la crisis de forma diferente. Yo me inclino por cómo lo está resolviendo Obama, sin estar de acuerdo con lo que está haciendo en su conjunto. En EE UU los sindicatos han sido escuchados y sí se les hace caso, en cuanto que se está expandiendo el gasto y se intenta insuflar aire a la economía productiva. En Europa se hace lo contrario, reducir gasto y provocar ahorro, con un único objetivo: garantizar la solvencia de los bancos. Obama busca una salida al estilo de la que Roosevelt puso en marcha a raíz de la crisis del 29, mientras que en Europa persisten las mismas políticas neoliberales que nos llevaron a esto.
En esta crisis se constata el total fracaso de la política frente al poder económico.
Desde hace años nosotros advertimos de la crisis que se estaba gestando por efecto de la dictadura de los mercados, y reivindico para ATTAC el “copyright” de la frase. Cuando hablábamos de esto hace más de una década la gente nos miraba raro, pero ahora los gobiernos justifican su política por la necesidad de contentar a los mercados y valoran la eficacia de sus medidas a tenor de una supuesta reactivación de la economía que solo son respuestas de la ingeniería financiera. Que los políticos esperen a ver si los mercados sonríen o no ante sus medidas es una constatación de la dictadura de esos mercados. La oligarquía financiera, por usar el lenguaje clásico, que domina en los países centrales del mundo occidental es la que está marcando por dónde tienen que ir las políticas. Y los mercados tienen nombres y apellidos: son los grandes bancos internacionales, los ricos que salen en la lista “Forbes”.
Para ellos las crisis nunca resultan mal.
Lo que ocurre es que el mundo está cambiando mucho, no es lo que era. Hay ciertas zonas del mundo que antes eran muy pujantes y ahora están en decadencia, y otras antiguas tierras de misión que ahora son las que empiezan a mandar. Junto a la crisis económica y social se está produciendo una crisis de valores, una crisis política y un cambio de hegemonía mundial. Esto es algo histórico, estamos viviendo una transición mundial.
¿Una transición hacia dónde?
Hacia un debilitamiento de los países tradicionalmente capitalistas, frente a los que están surgiendo potencias emergentes como China, India, Brasil, Rusia o Sudáfrica. No quiero decir que estos países sean el paradigma, porque están muy dualizados, existen grandes diferencias sociales o una pobreza difusa muy grande, pero en ellos se está conformando una nueva clase dominante que responde a sus intereses de capitalismo nacional. Estos países crecen, mientras que Europa y EE UU están en crisis. También mejoran sus condiciones de vida. Durante los ochos años de mandato Lula ha sacado a bastantes millones de brasileños de la pobreza extrema, ha realizado una política de reparto. Los chinos están empezando a darse cuenta de que tienen que invertir en ellos mismos y en su bienestar, y empieza a haber huelgas para mejorar las condiciones de vida. Esto se ha producido porque en Europa occidental hace tiempo se impusieron unas políticas nefastas de deslocalización y desmantelamiento de la industria. Y barcos siguen haciendo falta, lo mismo que lavadoras o televisores. Si no se fabrican en Europa, pues los harán los chinos. Las propias oligarquías occidentales han ayudado a que este fenómeno se produzca. Tenemos que estar atentos a todos estos cambios y ver si nos interesa seguir siendo aliados de los decadentes o trabajar con otra perspectiva internacional.
Al comienzo de la crisis se apuntaba como salida la refundación del capitalismo. Incluso Díaz Ferrán llegó a pedir la suspensión de las reglas del sistema. Dos años después, de eso no queda ni la intención.
Efectivamente, en aquel momento se aceptaban propuestas nuestras como la de la tasa Tobin para gravar los movimientos internacionales de capitales. Se perdieron dos años en los que las fuerzas de la izquierda no supieron reaccionar y esto ha provocado la reorganización de los mercados. Los grandes detentadores de la riqueza pegaron el puñetazo en la mesa y, en estos momentos, estamos en una fase clásica y vieja que consiste en la acumulación de capital. Las políticas de empeorar las condiciones de trabajo, precarizar el empleo, jugar con el miedo de la gente para quitarle derechos son algo muy antiguo. Si Díaz Ferrán pedía menos libre mercado era porque intentaba endosar al Estado sus pérdidas, que es lo que se ha hecho en este tiempo. Ahora volvemos a lo de siempre, a decir que el Estado no sirve y que hay que recortar, lo que también abre nuevos nichos de negocios vinculados a lo que ahora son servicios públicos. Estamos en un momento de marcha atrás y están surgiendo resistencias sociales y sindicales. Hay soluciones que no son complicadas pero que requieren de voluntad política.
Después de renunciar a buscar culpables de la situación ahora se apela a una especie de culpa colectiva que consiste en afirmar que todo esto sobreviene porque vivíamos por encima de nuestras posibilidades.
Echar la culpa de esto a todo el mundo me parece obsceno e insultante para mucha gente. Vivía por encima de sus posibilidades quien podía. La “burbuja inmobiliaria”, propiciada por los bancos, que ahora son los mayores propietarios de vivienda en España, provocó el endeudamiento de las familias, pero la gente no se endeudaba para irse de vacaciones a las Bahamas, se endeudaban para comprarse casa y coche. Los que aquí más se endeudaron fueron las grandes empresas y, sobremanera, las constructoras. Los auténticos culpables de la crisis son los bancos, con toda la ingeniería financiera que han hecho, con las hipotecas basura, presionando a los gobiernos para que se privaticen los servicios. El origen de esta crisis, que no es sólo financiera, sino también social por la pérdida de derechos, tiene treinta años de historia. Predomina una determina forma de entender la banca, por eso nosotros defendemos la banca pública y nos oponemos a la privatización de las cajas de ahorros.
“Impuestos a los ricos, impuestos a la banca y gravar los movimientos especulativos”
Y su receta…, ¿en qué consiste?
Estamos por la subida de impuestos a los ricos. Los paraísos fiscales se han legalizado a través de las sociedades de inversión colectiva de capital variable (SICAV). Si un profesional urbano paga entre un 25 y un 30 por ciento a Hacienda, Amancio Ortega, el dueño de Zara, paga el 1 o el 2 por ciento. La banca tiene que pagar impuestos. Si aquí se cobrara la tasa que está previsto cobrar a la banca estaríamos hablando de 7.500 millones de euros, que suma un poquito más que el resultado de congelar las pensiones y recortar el sueldo a los funcionarios. Hay que gravar los movimientos especulativos de capital que se producen en todo el mundo, que con una tasa muy baja, con un recargo del 0,01 por ciento, generaría un volumen de dólares para luchar contra la pobreza y sustentar el Estado de bienestar.
Nada rompedor.
Estoy haciendo propuestas socialdemócratas, para que se me entienda, propuestas dentro del sistema, pero como se ha retrocedido tanto en el baile de las ideas, cualquier propuesta de racionalidad democrática parece revolucionaria, y Attac no es una organización revolucionaria. Pretendemos que todo lo que decimos sea desde un punto de vista científico comprobable, con las limitaciones que esto tiene en economía.
Entrevista realizada por Andrés Montes
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