NEW YORK (The New York Times).- El colapso del campo magnético de la Tierra, que protege al planeta y guía a muchas de sus criaturas, pudo haber comenzado hace 150 años. La fuerza del campo disminuyó entre un 10 y un 15% y se aceleró el deterioro en los últimos tiempos, lo que aumenta la polémica sobre si esto anticipa una conversión en las líneas de fuerza magnética que envuelven la Tierra.
Durante una conversión, el campo principal se debilita, casi desaparece, para reaparecer con la polaridad opuesta. Entonces, las agujas de las brújulas que señalan el Norte apuntan hacia el Sur y durante los miles de años que dura la transición, se "desacomodan" elementos del cielo y la Tierra.
Una conversión puede destruir redes eléctricas, herir astronautas y dañar satélites, ampliar agujeros de ozono, enviar auroras polares hacia el Ecuador y confundir a los pájaros, los peces y los animales que migran utilizando la estabilidad del campo magnético como asistente de navegación. Pero los expertos sostienen que las consecuencias no serán catastróficas.
Aunque la conversión total puede estar aún a miles de años de distancia, la reducción rápida de la fuerza magnética ya está dañando los satélites. La Agencia Espacial Europea aprobó en junio último la iniciativa mundial más importante para realizar el seguimiento de los cambios del campo magnético: lanzará en 2009 tres satélites nuevos, los Swarm, para controlarlo con mucha más precisión que antes y que los científicos puedan pronosticar su situación."Queremos conocer cómo evolucionará esto en un futuro cercano, de la misma manera que se pronostica el tiempo", dijo el doctor Gauthier Hulot, geofísico francés del programa satelital.
Para los investigadores, no hay motivo para entrar en pánico. Aunque la conversión sea inminente, podría tardar 2000 años. La última ocurrió hace 780.000 años, mientras el Homo erectus aprendía cómo fabricar herramientas de piedra. En el interior de la Tierra, el campo magnético aparece a medida que el núcleo derretido avanza en corrientes calientes de hierro fundido y esta energía mecánica se transforma en electromagnetismo. Esto se conoce como geodínamo. En un automóvil, el mismo principio transforma energía mecánica en electricidad.
Toda una incógnitaNadie conoce con exactitud por qué se produce periódicamente la conversión del campo magnético, pero los científicos sostienen que la causa está relacionada con cambios en las turbulentas corrientes de hierro, que comparan con los gases que forman las nubes de Júpiter. En teoría, puede producir graves consecuencias, ya que, en el tiempo, muchos cuestiones naturales y sociales se basan en la estabilidad magnética. Para los científicos, su colapso podría, entre otras cosas, permitir la llegada a la Tierra de explosiones de radiación.
El doctor Charles H. Jackman, del Centro Espacial Goddard de la NASA, en Maryland, trabajó con colegas europeos en un modelo computarizado que simula esos efectos. Un campo débil, informaron en diciembre último, permitiría que las tormentas solares cubran la atmósfera con suficiente radiación como para destruir enormes cantidades del ozono que protege la Tierra de los rayos ultravioletas.
Como muchos ritmos invisibles de nuestro planeta, las conversiones del campo magnético son lentas: tardan entre 5000 y 7000 años. La primera prueba sólida de lo que está ocurriendo apareció hace unos cincuenta años, cuando se hallaron signos de magnetización en las rocas del suelo marino. Estudios paleomagnéticos determinaron que la conversión ocurre alrededor de cada medio millón de años y al azar. En la era de los dinosaurios, por ejemplo, no hubo cambios durante unos 35 millones de años.
Ahora, un artículo de la revista Nature sobre una creciente "debilidad" del campo magnético, publicado en 2002, llamó la atención de los científicos. Investigadores del Institut de Physique du Globe (París) y del Instituto Danés de Investigación Espacial compararon lecturas realizadas por el satélite estadounidense Magsat en 1979 y en 1980. Notaron un crecimiento de la debilidad magnética en una región del Polo Norte y en Africa del sur. Esto, postulan los científicos, refleja cómo "opera el geodínamo antes de la conversión".
William J. BroadLa nación,ciencia y salud
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